martes, 8 de marzo de 2016

ALCUÉSCAR. SEMANA SOLIDARIA 2016.

Subimos al coche y nuestras maletas iban cargadas de ganas, ideas, sueños ilusión y muchas expectativas, pero también iban llenas de preguntas y miedos. Eso era porque íbamos a enfrentarnos a algo totalmente nuevo y desconocido para nosotros, una realidad cercana en cuanto a distancia pero muy alejada de lo que es nuestro día a día.
¿Se nos hará muy difícil la experiencia? ¿Qué podíamos hacer nosotros por ellos? No los conocemos, algunos no hablan, ni se mueven… No vamos a poder comunicarnos con ellos, pensábamos.
Fuimos adaptándonos al ambiente de allí, conociendo sus nombres, sus problemas, pero guardando un poco las distancias. Así, trabajábamos en lo que nos mandaban, pero no nos sentíamos entregados al 100%. Íbamos a dejar pasar esta semana como si se tratara de otra cualquiera.
Y nos propusimos conocerlos, quitar ese muro que nos impedía acercarnos a sus vidas y dejarnos llevar. Solo así nos sentíamos entregados al 100% y llenos al final del día.
Y desde ahí, una sonrisa, un beso, un abrazo o incluso una mirada decían más que todas las palabras del mundo. Llegamos pensando que se nos haría difícil la semana y el momento que se nos hizo difícil fue la despedida.
Cualquiera que no haya podido vivir esta experiencia o alguna parecida pensará que no es para tanto, pero realmente, la Semana Solidaria es una experiencia que no deja indiferente a nadie. Es descubrir porque para Él los más grandes son ellos. 

Todos deberíamos empezar a darle importancia a lo realmente importante.








Blog Casa de la Misericordia, Alcuéscar

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